
26/08/2025
El último amanecer de mi mejor amigo
La última noche fue la más larga. Sus ojos ya no brillaban como antes, su respiración era pesada y su cuerpo, que en algún momento corrió a mi lado sin cansancio, ahora apenas se movía.
No quise apagar la luz. Dejé la televisión encendida, como si la compañía de voces y colores pudiera aliviar el dolor de la despedida. Cada tanto, pasaba mi mano sobre su cabeza, susurrándole que estaba bien, que siempre lo amaría.
El cansancio me venció unos minutos, y cuando desperté, una película iluminaba la habitación. Era Todos los perros van al cielo.
No sé si fue coincidencia o un mensaje que necesitaba. Pero cuando lo miré por última vez, supe que él ya lo sabía. Que su amor nunca se iría, que me esperaría allá arriba con la misma lealtad con la que me acompañó aquí.
Lloré como nunca. Lloré porque se iba, pero también porque entendí que nunca me dejaría.
Todos los perros van al cielo… y ahora sé que ahí me espera.