14/02/2025
Había ido al partido de béisbol a disfrutar, solo yo, un buen asiento en las gradas y un cartón de papas fritas bien crujientes. Todo iba perfecto… hasta que sentí una mirada intensa. Ya saben, ese tipo de mirada que atraviesa el alma, que te incomoda, que te hace saber que alguien más quiere desesperadamente lo que tienes.
Me doy la vuelta y ahí estaba él. Ese perro. Ese hermoso Golden Retriever que, claramente, no había venido por el partido, sino por "mis" papas fritas. Estaba sentado justo delante de mí, con la lengua fuera, los ojos llenos de esperanza, como si dijera: "Entonces, amigo, ¿vamos a compartir o qué?"
Intenté ignorarlo. De verdad, lo intenté. Pero cuanto más comía, más me miraba con la expresión más trágica que he visto jamás en un perro. No se movió, no ladró, ni siquiera mendigó. Solo me miró, en silencio, con una mezcla de respeto, paciencia y pura persuasión.
En ese momento lo entendí. Ya no eran MIS papas fritas. Eran "nuestras" papas fritas.
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Recuerda que el maltrato animal ya es un delito en todo México, el desconocimiento de las leyes no te exime de cumplirlas.
"Más vale un ronroneo, ladrido o grasnido sincero que mil palabras hipocritas"