03/12/2021
Entre los eventos más anecdóticos que puede tener un médico veterinario que se dedica a medicina interna, urgencias y cirugía, sin temor a equivocarme, son aquellos relacionados con los riesgos de fallecimiento del paciente. Si bien como médicos haremos todo lo posible y lo que esté en nuestras manos, no deja de ser un peso emocional sobre los hombros. Vamos a olvidar por un momento que, si el responsable del animal enloquece, te grita, te insulta, se va sin pagar, tal vez te golpee o te publique estupidez en redes sociales, hablemos del sentimiento que nos invade esas horas mientras vivimos el proceso.
En el entendido, que aún a sabiendas de unos buenos resultados en las valoraciones preoperatorias o en cualquier tratamiento farmacológico implementado previamente en años de experiencia, siempre existe ese 1%, que tiende además a presentarse de manera acumulativa, por rachas, precisamente cuando ya te está lloviendo sobre mojado. Una vez que la “mala racha” pasa, empiezas a tener un flujo constante de pacientes, pero entonces te invade el temor, duda, inseguridad de ¿será que hago tal procedimiento?, y así te la puedes llevar muchos días.
A veces pienso que es como un ciclo, porque regresamos a donde empezamos, con un paciente delicado en donde el procedimiento fue todo un éxito, entonces te auto-cuestionas y concluyes que siempre has hecho bien las cosas bien, entiendes que no puedes tener el control de todo y que simplemente hay situaciones que no dependen de ti.
En la foto: Dra. Tatiana y paciente geronte en exitosa recuperación post operatoria.