11/11/2023
Una historia conmovedora.....
Nuestros amigos peludos no dejan nunca de sorprendernos.
Historia
Hachikō, el perro fiel, cumple cien años
Se conmemora el centenario del nacimiento de Hachikō, el perro que todos los días se sentaba en la puerta de la estación japonesa de Shibuya a esperar que regresase su dueño.
Para poder enfrentar las necesidades bélicas, en 1944 Japón decretó la fundición de todo tipo de elementos metálicos. Entre los objetos que se retiraron de calles y edificios públicos estuvieron las estatuas conmemorativas: por ejemplo, las dos que se habían dedicado a Hachikō, un perro que acostumbraba a esperar a su dueño en la entrada de la estación tokiota de Shibuya y que continuó haciéndolo incluso cuando el hombre ya había fallecido.
De hecho, hubo que esperar hasta agosto de 1948 para que la primera de las estatuas fuera recolocada en Shibuya, y hasta 1987 para que se re-erigiese de nuevo la segunda, la situada en Odate, localidad en la que había nacido el perro el 10 de noviembre de 1923. En 2015, la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Tokio, lugar en el que trabajaba el dueño de Hachikō, erigió una tercera estatua en la que el hombre y el animal se muestran juntos y contentos por reencontrarse.
En 1923, el profesor universitario Ueno Eizaburo informó a su entorno cercano de que, aunque ya era propietario de dos perros, estaba interesado en tener uno más. La única condición era que fuera akita, raza autóctona japonesa caracterizada por su tranquilidad, inteligencia y lealtad. Uno de sus alumnos le localizó un ejemplar en la localidad de Odate y, tras un largo viaje, en enero de 1924 el cachorro llegó a manos de Eizaburo, aunque en un estado de salud tan precario que, en un primer momento, se pensó que el animal estaba mu**to.
Después de seis meses de cuidados, Hachikō se recuperó y, a partir de entonces, se incorporó a la rutina que el profesor universitario desarrollaba todas las mañanas junto a sus otros dos perros: ir los cuatro a la entrada de la estación de Shibuya para despedirle. Sin embargo, mientras que los otros dos animales volvían a casa, Hachikō permanecía en el lugar a la espera de que su dueño regresase al final de la jornada.
El 21 de mayo de 1925, mientras impartía una conferencia, Ueno Eizaburo sufrió una hemorragia cerebral y falleció. A partir de entonces, el perro fue acogido por diferentes familias hasta que, finalmente, acabó siendo adoptado por el jardinero del profesor. Aunque habían pasado juntos menos de veinte meses, cuando el perro se vio de regreso en el barrio en el que había convivido con su dueño, retomó la rutina que tenía con él y, a partir de ese momento, Hachikō acudió todas las mañanas a la entrada de la estación de Shibuya. Allí se sentaba y esperaba paciente, aunque sin resultado, a que regresase Eizaburo.
El curioso comportamiento del animal no pasó desapercibido a los vecinos de la zona. En un primer momento, el perro era molestado por los niños y espantado por los comerciantes. Sin embargo, cuando la prensa publicó un artículo sobre él y su particular comportamiento, todo cambió. La gente comenzó a dejarle comida en el lugar y los curiosos comenzaron a peregrinar hasta Shibuya para ver al perro, cuya historia hizo que se organizase una cuestación popular para erigir una estatua en su honor. La obra fue inaugurada en 1934 con la presencia del propio animal, que fallecería unos meses después, el 8 de marzo de 1935, sin poder ver la inauguración de la segunda estatua, la de Odate, celebrada en julio de ese año.
Un perro muy rentable
Tras su muerte Hachikō se convirtió en una suerte de personaje mítico. Su cuerpo fue disecado, expuesto en el Museo Nacional de Ciencias del Parque de Ueno y su historia es, a día de hoy, inspiración para varias generaciones de japoneses, que han visto en el animal un ejemplo de comportamiento extrapolable a los humanos que encaja con todo tipo de edades e ideologías. Los partidos nacionalistas y reaccionarios de Japón, por ejemplo, han asociado a Hachikō con el bushidō, aquella relación de lealtad que los samuráis establecían con sus amos; en los colegios, el animal ha sido utilizado por los profesores para explicar comportamientos como la obediencia, la amistad o la lealtad, y muchos poetas le han dedicado sentidos y emocionantes haikus.
MASCOTAS
No, tu perro no salta sobre ti cuando llegas a casa porque te ha extrañado, lo dice un experto
Además de un ejemplo moral, Hachikō se reveló rápidamente como un símbolo mucho más prosaico que ayudaba a aumentar las ventas de cualquier producto con solo incorporar su nombre o su imagen, fueran estos cuentos infantiles, objetos para el hogar, prendas de ropa, juguetes, souvenirs y varias producciones cinematográficas. La primera de ellas fue Hachikō Monogatari, de Seijiro Koyama, estrenada en 1987 y que sirvió de inspiración para Siempre a tu lado, Hachikō, su remake de Hollywood, ambientado en Estados unidos (no en Japón) y protagonizado por Richard Gere, actor que afirmó haber llorado cuando leyó el guión.