
31/07/2025
CAPÍTULO 48: “HASTA QUE DEJE DE DOLER”
(Continuación del capítulo anterior)
El día comenzó como muchos otros en la clínica. Las luces se encendieron, los instrumentos se prepararon, y la esperanza caminaba al lado de cada uno del equipo.
Pero ese día… algo se sentía distinto.
El cachorro había sido fuerte. Había resistido la fiebre, los espasmos, el letargo. Cada pequeña mirada suya pedía lo que aún no sabía nombrar: descanso.
No curación… descanso.
Cali fue la primera en notarlo. Se acercó a la jaula, en silencio, y vio algo que solo los corazones sensibles pueden leer: rendición, sin miedo… sin enojo.
Solo dolor.
Chivi Chivi llegó detrás, con una manta limpia. Sabía que no era para cubrir el frío… sino para cubrir la historia. Porque cada paciente que parte, se lleva pedacitos del equipo que lo sostuvo.
Dino, sin pronunciar palabra, preparó la vía. Lo hizo con manos firmes, pero el temblor estaba en los ojos.
No porque fuera la primera vez… sino porque nunca deja de doler.
MVZ Fernando León, con la experiencia de mil despedidas y la ternura de quien nunca se acostumbra al adiós, abrió el expediente. Lo leyó una última vez, y con voz baja, dijo las palabras que a veces curan más que cualquier medicina:
— Está sufriendo… y ya no hay retorno. Vamos a ayudarlo… como lo haría su familia, si pudiera hablar.
Nadie lloró. Aún no.
Se acarició la cabeza del pequeño guerrero.
Se sostuvieron sus patas.
Se susurraron gracias que él quizá ya no entendía… pero que merecía escuchar.
Y entonces, el silencio fue más fuerte que la medicina.
Y el suspiro final… fue más leve que el aire.
No hubo música.
No hubo aplausos.
Solo una flor… sobre la manta.
Cali fue la última en salir.
Y aunque su cola estaba baja, su corazón sabía que no había fallado. Porque a veces, salvar no significa curar…
significa liberar.
“Hoy no salvamos una vida…
pero sí evitamos que siguiera doliendo.”
—
̃etas
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Las Aventuras de Cali Veterinaria