30/08/2025
La rabia no es una enfermedad exclusiva de perros y gatos. El virus de la rabia está presente en muchas especies de mamíferos, pero no todos cumplen el mismo papel en la epidemiología de la enfermedad.
Algunos animales actúan como reservorios, es decir, mantienen al virus en la naturaleza y lo transmiten de manera constante. Ejemplo claro son los murciélagos hematófagos en América Latina, o los zorros y mapaches en otras regiones.
Otros animales funcionan como hospedadores intermediarios o accidentales: se infectan cuando entran en contacto con un reservorio y pueden transmitir el virus, pero no sostienen la circulación en el tiempo. En este grupo entran especies domésticas como bovinos, caballos, cabras o incluso gatos no vacunados.
Y también es cierto que hay animales más susceptibles que otros a enfermar y morir por rabia. Los bovinos, por ejemplo, suelen presentar rápidamente signos clínicos y mueren, mientras que los murciélagos pueden portar el virus durante mucho más tiempo.
Ahora bien, muchas veces las personas, movidas por el corazón, dicen: “pobrecito perrito que está en la calle, me lo voy a llevar”. Pero lo primero que deben valorar es si están preparados para hacerlo de forma segura. La rabia no perdona la osadía ni la improvisación. Una sola mordida puede costar la vida.
Por eso insisto: más allá de la compasión, hay que ser responsables. Seguir las indicaciones sanitarias, vacunar, reportar animales sospechosos y protegerse antes de intervenir. No se trata de no ayudar, sino de ayudar con inteligencia, sin ponerse en riesgo y sin poner en riesgo a otros.
La rabia es letal y no perdona la imprudencia. El corazón mueve, pero la prevención protege.