14/05/2024
🧪LA COMUNICACIÓN QUÍMICA🧪
El lenguaje químico imperceptible para los humanos, son la base de la comunicación canina. Secretadas por diferentes glándulas del cuerpo, estas sustancias odoríferas transmiten información crucial sobre el estado de ánimo, la identidad, la receptividad sexual y mucho más, modulando el comportamiento de sus congéneres.
Un universo de aromas con funciones específicas:
La ubicación de las glándulas secretoras de feromonas determina su función específica. Un ejemplo claro es la feromona apaciguadora canina (DAP), secretada por las glándulas sebáceas intermamilares de las madres lactantes. Esta feromona induce calma y tranquilidad en los cachorros, creando un ambiente seguro y protector.
En cambio, las feromonas de los sacos anales cumplen una función de alarma. Liberadas en situaciones de miedo o estrés, pueden provocar reacciones similares en otros perros que las detecten.
Más allá de las glándulas, la o***a, las heces, la saliva y las secreciones vaginales también contienen feromonas con diferentes funciones comunicativas.
El órgano vomeronasal: el radar de las feromonas:
El órgano vomeronasal (OVN), también conocido como órgano de Jacobson, es el responsable de captar las feromonas. Situado en el paladar y conectado a la cavidad nasal y al sistema límbico (la parte del cerebro que regula las emociones), este órgano especializado permite a los perros descifrar este lenguaje químico.
Las feromonas volátiles se captan directamente por la mucosa olfativa, mientras que las menos volátiles requieren de un comportamiento llamado tonguing. En este caso, el perro lame la secreción para recogerla y enviarla al OVN a través del paladar.
Diferenciando feromonas y olores:
A diferencia de los olores, que requieren un aprendizaje previo para desencadenar una respuesta conductual, las feromonas activan respuestas innatas, es decir, no necesitan de una experiencia previa para ser interpretadas.
Además, las feromonas no generan habituación. A diferencia de los olores que dejan de percibirse tras una exposición prolongada, el efecto de las feromonas se mantiene, sin que el perro se "acostumbre"