
02/04/2025
Por la situación de la gata, el perfecto estado que tenía unas horas antes y los signos clínicos (convulsiones e inconciencia) sospeché de un posible atropello.
Cogí a la gata, a la cual llamamos Frida, y me la llevé de urgencias a la clínica.
La gata no paraba de convulsionar y, todo y no tenen heridas externas, sospeché de un traumatismo craneoencefálico.
Los traumatismos craneales son frecuentes en medicina veterinaria, siendo la mayoría de ellos la consecuencia de atropellos o caídas. Puesto que en estos casos suele haber complicaciones en otros órganos vitales, debe realizarse un examen físico
inicial para controlar fundamentalmente posibles alteraciones cardiovasculares y respiratorias, actuando sobre otras situaciones que pongan en riesgo la vida del animal y que puedan empeorar su situación neurológica (hemorragia, disnea, dolor, etc.).
En los traumatismos craneoencefálicos se producen dos tipos de daño cerebral:
– Daño primario derivado del propio insulto al tejido cerebral y sobre el que no
se puede actuar. Es de tipo agudo y no progresivo.
– Daño secundario sobre el tejido cerebral, se produce tras el daño primario y se
puede prevenir y/o disminuir con un buen manejo terapéutico.
El daño secundario puede deberse a sangrado, edema cerebral y/o vasoconstricción, lo que conlleva un aumento de la presión intracraneal y por tanto empeoramiento del daño cerebral. Todo esto lo podemos manejar médicamente mediante fármacos y un control estricto del paciente.
En el caso de Frida empezamos con tratamiento anticonvulsivante intravenoso con diazepam y fenobarbital pero las convulsiones solo se controlaban pocas horas. También se le aplicó fluidoterapia para evitar la deshidratación, controlar el shock y reemplazar los posible déficits electrolíticos.