03/07/2025
Hoy viví algo muy triste.
Fui a correr, como siempre, a la pista que conozco bien. Y en una parte del recorrido vi a una chica muy angustiada. Su perrita estaba tirada en el suelo.
Corrí hacia ellas para darle primeros auxilios, pero ya no había nada que hacer. La perrita ya se había ido.
Minutos antes, la pequeña había salido de los matorrales, sin correa, después de hacer del baño. En ese momento, un perro más grande, que sí venía con correa, la mordió en la cabeza. Fue cuestión de segundos.
El humano del perro grande estaba en shock. Dijo que todo pasó tan rápido que su perro reaccionó por instinto. Y se notaba que no era alguien desinteresado: estaba triste, preocupado, buscaba cómo ayuda, se ofrecía a llevarlas al veterinario.
Pero la escena era devastadora. La chica estaba destrozada. Cuando le dije que su perrita ya no estaba aquí, fue como si el mundo se le viniera encima.
No fue un acto de maldad.
No fue por culpa de un perrito “agresivo”.
Fue un accidente.
Uno que se pudo evitar.
Muchas veces veo a personas paseando a sus perritos sin correa.
Dicen que “no hace nada”, “es muy noble”, “solo quiere saludar”.
Y sí, puede que así sea.
Hasta que un día, no lo es.
A mí me pasa con Lola y Balám. Siempre las llevo con correa. Pero me da miedo cuando un perro suelto se les acerca. Balám le ladra a todo, y aunque yo la tenga con la correa, no puedo controlar lo que haga el otro.
Hoy, una perrita perdió la vida por un descuido.
No por irresponsabilidad total.
Solo por confiarse, estaba haciendo del baño.
La correa no es un castigo.
Es protección.
Es respeto.
Es amor.
Ojalá nadie más tenga que pasar por algo así.
Por favor siempre ponle la correa a tu perrito.
🖤🐾
