24/01/2025
Esos ojos rasgados de gata que te observan ALUMBRAN con un tapiz celular. El TAPETUM LUCIDUM, en los ojos de muchos animales, los ayuda a orientarse cuando hay POCA LUZ, con miradas que fosforecen de blancos, azules, amarillos o rosas.
Esta ALFOMBRA DE LUZ es un ESPEJO, un segundo viaje de la luz ya vista: cuando no es absorbida por las células FOTOSENSIBLES, el tapetum lucidum permite que la luz se refleje otra vez. Parte de estos brillos escapan al ojo y por eso es posible ver este resplandor ocular en las fotos. Puede estar en la RETINA, o detrás, en la COROIDES, una membrana irrigada con vasos sanguíneos que evita el rebote incontrolado de la luz.
El tapetum lucidum de un gato, un triángulo redondeado, tiene unas 20 capas de células en su centro. Los cachorros nacen sin este reflector natural: al principio parece una ventana azul pálida, y al crecer va volviéndose amarillo o verde.
Ver en la penumbra es, mayoritariamente, un atributo de cazadores como cocodrilos, jaguares y pumas. Los humanos no tenemos TAPETUM LUCIDUM, tampoco las aves, cerdos o ardillas. Los lémures gálagos tienen uno dorado que ha sido descrito como “de oro bruñido”. Algunos peces tienen un tapete de cristales de guanina.
Las pupilas verticales de los gatos eran, para los egipcios, un RAYO DE SOL enviado por el dios Ra desde el inframundo.
El inventor Percy Shaw, en 1933, dijo haber sido salvado de la negrura y de la niebla por la mirada de un gato, y su encuentro lo inspiró a fabricar las tachuelas reflectantes que hoy iluminan las carreteras.
Hay ojos que encienden los océanos —como los de las ballenas jorobadas, con un tapete ocular fibroso y ojos poblados de células bastones, más sensibles a la luz baja—. Hay ojos alfombrados de luces que ayudan a los MURCIÉLAGOS a comer hasta dos veces su propio peso en fruta cada noche. Hay miradas de VACA que prenden los campos en los que rumian masticando hasta 60.000 veces por día —y que prenden también el cielo nocturno, como la estrella gigante roja Aldebarán, el ojo del toro—. Y hay miraditas de perro o de gato que encienden todos los amores, y que el poeta W.B Yeats describía como las más emparentadas con la Luna.