24/10/2022
Siendo franco, no sé por cuál de todas mis vidas debería comenzar, ¿qué les parece si comenzamos por la más sencilla?
Me llaman Roger, no es mi nombre, pero así me llaman: Roger. Los gatos no tenemos nombre, no lo necesitamos porque ya sabemos quiénes somos, cada uno de nosotros es único e igual al feliprójimo. Cada uno de nosotros es un mundo independiente que compone un universo colectivo.
No tengo siete vidas, sólo la capacidad de saltar en siete vidas (o eso creo.) Duermo más de doce horas diariamente y paso otras cinco acicalando cada centímetro de mi cuerpo, dónde quiero, cuándo quiero y cómo quiero.
Tengo dos camas, un sofá, y un gran cojín que me fue asignado por los largos para mi descanso; sin embargo, elijo dormir encima de sus televisores, neveras, comedores o cualquier lugar en el que pueda imponer mi voluntad y presencia.
El instinto primitivo de la caza corre por mi sangre y desemboca en mis garras, capturo toda clase de animales pequeños, algunos más grandes que yo. Eventualmente llevaré uno que otro ratón a tu lugar de descanso como muestra de gratitud y preocupación por tu alimento (aún si tienes comida de sobra).
Me muevo en la oscuridad sin miedo, sin cuestionarla. Confío en la oscuridad como en mi olfato. El silencio es mi lenguaje natal, mi sonido favorito y parte de mi hogar.
Mi lengua es mi baño, mi cepillo y mi mejor recurso independiente de curación. Una de mis funciones principales es arrojar parte de mi pelaje por todas partes, le da esencia a mi morada y también garantiza mi presencia y mi dominio.
A diferencia de muchas especies, hay algunos detalles que sólo pueden identificar a los míos. Soy el puente entre dos mundos que conviven en diferentes planos existenciales, pero en el mismo espaciotemporal. El mundo oculto es mi especialidad, mi campo, mi bolsa de valores y mi estilo de vida.
Mi aspecto físico es mi caparazón, mi fachada y mi mejor escudo en la mayoría de sus casos. Mis colmillos y mis garras, mis mejores armas. Mis oídos, bigotes y olfato, mis mejores sensores.
Soy testigo de todo y no sé nada. Veo todo y nada me consta. No aseguro nada, pero lo sé todo. He recorrido este mundo en cuatro patas durante cinco mil trescientos setenta y ocho años. He visto todo, desde cómo lo más primitivo surge para evolucionar, hasta cómo la evolución misma decae para aniquilarse.
Soy un guardián, una criatura de luz y oscuridad, un vagabundo eterno hasta el final de mis días.
Soy un gato.
"Manual para entender un gato"
Carlos Arturo Garcia Gonzalez