24/05/2025
Hoy el mar está más callado.
Hoy la lancha partió con una pasajera muy especial: Kena, nuestra reina, nuestra valiente, nuestra compañera de tantas mareas.
El resultado de su resonancia fue un golpe duro: su médula estaba muy dañada y ya no había vuelta atrás. Las manos que la cuidaron con tanto amor, las que lucharon hasta el último instante, no pudieron cambiar el destino. Pero sí pudieron llenarla de dignidad, de cariño, de presencia.
Kena no se fue sola. Dio su último paseo sobre las aguas que la vieron crecer, miró a sus niños con ese brillo que siempre tuvo en los ojos, y se despidió de su gente con el corazón tranquilo. Porque sabía que fue amada. Porque sabía que lo dimos todo.
Hoy, con el alma rota, la despedimos como se despide a las grandes: con gratitud, con ternura, con esa mezcla de dolor y orgullo que sólo deja un ser que marcó tantas vidas.
A Eve, a Ronald, a todos quienes se desvivieron por ella, gracias. A quienes aportaron con generosidad, gracias. Su ayuda permitió que Kena viviera sus últimos días rodeada de cuidados, de amor y de respeto.
Nos quedamos con su mirada libre, con sus paseos por la bahía, con su historia grabada para siempre en las colitas choreras y en cada corazón que la conoció.
Buen viaje, Kena.
Navega en paz