16/07/2025
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Doña Milagros: No tenía hijos, ni sobrinos, ni siquiera una foto antigua con seres queridos.
La familia no siempre lleva apellido. A veces lleva huellas, pulgas y un corazón que ladra en lugar de juzgar.
📖 "La casa de los veinte soles" (Una historia cubana)
En un barrio de La Habana donde la pintura de las casas se despellejaba de calor, vivía Doña Milagros, una anciana de manos arrugadas como raíces de ceiba. No tenía hijos, ni sobrinos, ni siquiera una foto antigua con seres queridos. Pero tenía veinte nombres tallados en el corazón: Chispa, Canelo, Tolón, Bailarina... —sus perros callejeros, rescatados uno a uno de zanjas, huracanes y hambre.
Cada mañana, al romper el alba, Doña Milagros hervía arroz en una olla oxidada. "No es mucho, pero es honesto", decía mientras repartía la comida en veinte platitos de hojalata. Los perros esperaban en silencio, como si supieran que aquella mujer les había dado lo único que le quedaba: el tiempo que nadie más quería.
—"Ustedes son mi jubilación", les reía, acariciando lomos llenos de cicatrices.
El barrio murmuraba: "La loca de los perros", pero ella sabía la verdad. Aquellos animales le habían enseñado lo que ninguna persona pudo:
— Chispa la despertaba con lamidas cuando la artritis no la dejaba levantar.
— Canelo ladraba fuerte si alguien se acercaba a su puerta de noche.
— Bailarina, la perra coja, le secaba las lágrimas con su hocico cuando extrañaba "lo que pudo ser".
El día que el huracán azotó La Habana, Doña Milagros se negó a ir al albergue: "¿Y mis muchachos?". Amarró sogas a su cintura y a los perros, formando una "caravana de peludos" hacia la iglesia abandonada en el cerro. Pasaron la tormenta abrazados entre escombros, cantando viejos boleros para ahuyentar el miedo.
Cuando amaneció, el sol reveló el milagro: los veinte estaban vivos. Y aunque el techo de su casa había volado, nadie en el barrio volvió a llamarla "loca".
Años después, Doña Milagros murió tranquila en su mecedora, rodeada de veinte cuerpos cálidos. La encontraron con una sonrisa y un papelito en el bolsillo:
"Si me buscan, pregunten por la mujer más rica de Cuba. Tuve veinte hijos que me enseñaron que el amor no necesita sangre... sino latidos compartidos."
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☀️ Moraleja:
La familia no siempre lleva apellido. A veces lleva huellas, pulgas y un corazón que ladra en lugar de juzgar.
(🌴 Y en aquel barrio, aún dicen que al atardecer se ven veinte sombras jugando alrededor de una mecedora vacía...).
Esto ocurrió con sus 20 perritos
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