29/05/2025
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¿QUÉ PASA SI NO SACAS A PASEAR A TU PERRO CON REGULARIDAD? CUANDO LA FALTA DE PASEO NO SOLO ABURRE… TAMBIÉN ROMPE SU SALUD EMOCIONAL Y FÍSICA
No ladra, no protesta, no rompe nada. Se queda echado en el mismo rincón, mirando por la ventana o durmiendo todo el día. Y tú piensas que está bien. Que no necesita salir tanto. Que “no le gusta” o que “se adapta”. Pero lo que no ves —lo que no se nota hasta que ya es evidente— es que tu perro está dejando de ser él mismo. Porque el paseo no es un lujo, ni una opción. Es una necesidad biológica, emocional y mental. Y cuando se le niega, poco a poco deja de moverse el cuerpo… y también el alma.
Un perro que no sale a pasear con regularidad empieza a acumular energía sin liberar, estrés sin canalizar y estímulos que nunca llegan. El paseo no es solo ejercicio. Es su forma de explorar el mundo, de oler, de marcar territorio, de socializar, de sentirse vivo. Es su manera de procesar lo que para ti es rutina, pero para él es todo un universo. Cuando no sale, su metabolismo se enlentece, sus músculos se debilitan, su mente se aburre. Y la ansiedad se acumula. Algunos lo muestran con ladridos excesivos, destrucción en casa, cambios de apetito o agresividad. Otros, en cambio, se apagan. Pierden interés, se vuelven apáticos, tristes… invisibles.
Además, no pasearlo afecta su salud física. La falta de caminatas regulares contribuye al sobrepeso, al deterioro de las articulaciones, a problemas digestivos y urinarios. Retener las ganas de orinar por horas no es normal. Hacer sus necesidades siempre en el mismo sitio, sin moverse ni olfatear, no es natural. Y aunque tenga un patio grande o juguetes en casa, nada reemplaza lo que le da el mundo exterior.
Sacar a pasear a tu perro no debería verse como una obligación. Es un acto de amor, de respeto, de reconocimiento. No importa si es joven o viejo, tímido o enérgico. Todos lo necesitan. A su ritmo, con sus pausas, pero necesitan salir. Oler nuevos aromas, caminar en otros suelos, sentir que hay algo más allá de las paredes que conoce.
Y si no tienes tiempo, si el ritmo de vida te impide hacerlo, no es él quien debe adaptarse…
es tu responsabilidad reorganizar lo que puedas para que él también viva.
Porque un perro sin paseo no es un perro tranquilo.
Es un perro esperando…
que alguien recuerde que también necesita salir para sentirse vivo.