17/08/2025
Ser médico veterinario no es un camino fácil. Es una profesión llena de obstáculos, en donde la inversión personal, académica y económica es enorme. Es cara de ejercer, es cara de sostener como empresario y muchas veces está mal pagada cuando se es colaborador. Aun así, aquí estamos.
Porque a pesar de lo duro que se ha puesto el escenario en los últimos años —la economía incierta, la falta de reconocimiento real a nuestro trabajo, la dificultad de acceder a recursos—, seguimos siendo quienes ponemos el cuerpo y la mente para garantizar algo que ningún otro gremio puede reemplazar: el bienestar animal.
Y si no hay bienestar animal, tampoco hay salud pública. Esa es la verdad que sostiene nuestro trabajo bajo el concepto de One Welfare, One Health. Lo que hacemos repercute en los animales de compañía, en los de producción, en la fauna silvestre, en los ecosistemas, en la seguridad alimentaria y en la vida misma de las personas.
Dedicarse a perros y gatos es tan valioso como dedicarse a bovinos, aves, cerdos, fauna exótica o cualquier otra especie, porque todos formamos parte del mismo engranaje que mantiene en equilibrio a las sociedades.
Así que, con todo y los bemoles de esta carrera, con todo y lo injusto que puede ser ejercerla en un mundo que todavía no nos reconoce como debería, hay algo que no nos pueden quitar: la certeza de que somos indispensables.
Sin veterinarios no hay animales sanos. Sin animales sanos no hay bienestar humano. Y sin bienestar humano no hay futuro.
Por eso, con orgullo, con coraje y con compromiso, recordemos que somos —sin exagerar— la mera vrga de las profesiones. ¡Felicidades!