14/12/2025
Nos han contado una película.
Que tener un perro es siempre maravilloso.
Que es el mejor amigo, el compañero perfecto, la felicidad en cuatro patas.
Y cuando tu perro tiene problemas, esa película se rompe.
Tener un perro con dificultades es igual a convivir con un ser querido que no lo tiene fácil.
Influye en tu forma de vivir.
En tu día a día.
En tus planes.
En tu descanso.
En tu estado emocional.
Puede generarte ansiedad.
Hacer que dejes de hacer cosas que antes hacías.
Que discutas con personas a las que quieres.
Que empieces a justificarte por todo.
Y aparece la culpa.
Pensar que no lo has hecho bien.
Que deberías haber sabido más.
Que algo has hecho mal.
A veces, incluso, te cae mal tu propio perro.
Y eso duele decirlo.
Porque tú pensabas que iba a ser como en la tele.
Como nos ha vendido la sociedad.
Y entonces llega otra culpa más grande todavía:
sentir eso… mientras le quieres con locura.
Mientras es una parte importantísima de tu vida.
Mientras también hay momentos preciosos con él.
Todo eso puede convivir a la vez.
Los perros no son perfectos.
Las personas tampoco.
Pero de esto casi no se habla.
Y por eso duele tanto cuando te toca vivirlo.
Esto también es un proceso.
Se sufre.
Se aprende.
Inviertes en aprender a comprender a tu perro.
Porque no se comunica como tú.
Porque necesita ayuda.
Y sí:
eso implica tiempo.
Energía.
Y dinero.
No porque hayas fallado,
Hablar de esto no te hace mala persona.
Te hace humana.
👉 Compártelo con esa persona que ama a su perro, pero no se atreve a decir lo difícil que está siendo.
No todo el mundo necesita consejos. A veces solo necesita no sentirse solo.